¿En dónde se origina el castigo social que se aplica a las transgéneros?
En el machismo ibérico que llegó con los españoles, pues en los pueblos precolombinos se respetaban las expresiones de diversidad sexual. Con la conquista española llegó el machismo, el racismo, la vanidad, la homofobia, el despotismo y otros defectos sociales que debemos desterrar, tal como ya lo han hecho las naciones civilizadas de Europa.
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Las transgéneros son castigadas por la sociedad, a través de prácticas discriminatorias que se originan dentro del hogar, mediante vejaciones y golpizas. Los padres mediante acusaciones mutuas, buscan culparse por la identidad sexual de las niñas transgénero, esta discriminación se extiende a la escuela, en estos espacios académicos, los maestros jamás hacen nada por detener los atropellos que se cometen, todo lo contrario, se premia a los agresores con elogios como: “ese si es un verdadero hombre”.
La estigmatización las persigue en el transcurso de la vida, con el rechazo laboral, muchas terminan trágicamente asesinadas, aun después de muertas se manifiesta la vergüenza familiar, los padres prefieren olvidar a la hija asesinada, en lugar de buscar una condena judicial para los criminales, todo encubrimiento es utilizado con el fin de evitar el escándalo. La propia familia se encarga de borrar las verdaderas razones de estos actos sangrientos, todo para salvarse de ser tildada como: “la familia del maricón”.
La familia prefiere hija muerta, a hija transgénero, solo les hace falta enviar una tarjeta de felicitación a los perpetradores de estos delitos, estos sicópatas se creen justicieros sociales y en la mayoría de los casos reinciden en sus crímenes de odio.
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En la estructura patriarcal de la sociedad. En la niñez son obligadas a vestirse de varón, a esta edad muchas transgéneros odian los espejos, ya que la imagen masculina no refleja lo que sienten.
El transgenerismo y la homosexualidad afeminada son vistas como un estado de corrupción moral, pero las personas cambiarían de opinión si por un momento sintieran lo que sienten las transgéneros, si conocieran a una transgénero, a su forma de entender el mundo y de vivirlo, las personas cuestionarían, sus valores, sus creencias y las definiciones de masculinidad y feminidad.
A una mujer transgénero no le interesa modificar las preferencias sexuales de las personas, estos sentimientos son íntimos e incuestionables. La gente debería sentirse segura y feliz con su orientación e identidad sexual, ya que no un hay mecanismo para canalizar la orientación e identidad sexual en una u otra dirección, por simple capricho o para satisfacer a las exigencias de la sociedad moralizante.
Lo más bello es la fluidez de la sexualidad de cada persona y su derecho a buscar una relación afectiva y sexual estable. La promiscuidad sexual es un estado neurótico que refleja las carencias, el egoísmo y la inmadurez de las personas. En una sociedad patriarcal, prevalece “la doble moral”, se enaltece la promiscuidad masculina y al mismo tiempo se degrada la promiscuidad femenina.
Informante 6
En la religión que considera a la diversidad sexual como un pecado que atenta contra la autoridad de Dios, la moral y las buenas costumbres.
En el ámbito de la salud, ya que muchos siquiatras transfóbicos influenciados por dogmas religiosos, consideran al transgenerismo como una patología. En las leyes que por mucho tiempo la calificaron como un delito. La integridad de las personas jamás puede estar debajo de la ley.
En los medios de comunicación se desacreditan a las transgéneros, especialmente en los programas: “tele basura”. Estas payasadas vulgares, son dirigidas por personajes ridículos, falsos y maleducados, en horarios de máxima sintonía.
En la doble moral que reverencia y elogia las proezas sexuales realizadas por los varones, y al mismo tiempo reprime y condena las aspiraciones sexuales de las mujeres.
En nuestro país, el trato que reciben las personas depende de su etnia, de su posición social, de su poder económico, de su género o de su orientación sexual. La equidad es una utopía que atavía a la Constitución de la República.
Informante 7
El primer frente de violencia que encuentra una transgénero es su propia familia, los hermanos las niegan, los padres las agreden, la madre se culpa, el hogar completo es un caos, para que no estalle el infierno las transgéneros buscan refugio en la calle o en la casa de otras transgéneros, los principales responsables de la exclusión social son los padres que no defienden a sus hijos y el Estado que no promulga leyes de protección para grupos que sufren por acoso moral.
La escuela, la familia y los medios de comunicación contribuyen a incrementar la deshonra de las transgéneros, con es lógico nadie quiere establecer una relación comercial con un grupo anatematizado por toda la sociedad, la gente ve a las transgéneros con un temor supersticioso, las considera “aves de mal agüero” y fuente de desastres.
Algunos personajes siniestros no aceptan que el infierno en el que viven, ha sido fabricado por ellos mismos, y se buscan pretextos para culparlos por la basura sicológica que han recolectado, estos individuos en condiciones de autocondenación perpetua, deambulan con la mirada extraviada en el espacio, buscando grupos GLBTI, para herirlos sin misericordia.
Castigar a las mujeres transgénero por los conflictos íntimos que el propio ser no es capaz de resolver, es una estupidez y un ultraje a la dignidad humana.
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En el hogar, los padres sufren mucho por las hijas transgéneros, las ven como deshonora familiar, a veces les ayudan económicamente, pero con la condición de que se alejen del hogar para siempre, esta pérdida del vínculo familiar las expone a los peligros que sobrellevan las personas solas y sin historia familiar. Si los padres las apoyaran manteniéndose unidos, la transición de varón a mujer sería menos difícil.
Muchas transgéneros tienen tendencias suicidas, saben que a nadie van a conmover si mueren trágicamente. Cuando regresan al hogar, los padres las presionan para que se vistan de hombre, pero ya han recorrido mucho camino y algunas prefieren prostituirse a volver atrás, o sea lucir como varones. Para una transgénero, prostituirse es ganar dinero para sobrevivir.
A la mayoría de las personas, el mundo de las transgéneros les resulta aterrador, pues creen que es como una enfermedad que se contagia por vía aérea. Las transgéneros son vistas como personas que buscan compulsivamente a toda clase de hombres, porque desconocen que también tiene gustos y sentimientos. La mayoría de las transgéneros son exigente a la hora de escoger su pareja, la prostitución es otra cosa, solo tiene el servicio el cliente que lo puede pagar.
Ciertas mujeres biológicas, no se inquietan cuando sus esposos se acercan furtivamente a otras mujeres biológicas, pero estallan de indignación cuando sus compañeros se aproximan a mujeres transgéneros. Estas damas confundidas, viven patrullando el territorio de las mujeres transgéneros como si estuvieran buscando algún objeto perdido.
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En el hogar, las transgéneros reciben los peores castigos físicos de sus padres para cambiarlas. En la escuela no se adaptan al sistema educativo que le exige actuar como varones, eso les genera problemas de aprendizaje y hasta la repetición del año lectivo.
En la escuela y el colegio, viven la peor época, ya que se encuentran entre dos frentes de agresión: la violencia familiar y la burla y acoso moral de los estudiantes. En los centros educativos las transgéneros son tratadas como sujetos corruptos, ante la mirada indiferente de maestros y directivos que no hacen nada para impedir tales injusticias.
Durante la adolescencia, las transgéneros realizan varios intentos de suicidio que las deja trastornadas de por vida. La mayoría huyen del hogar en plena adolescencia, quedando desamparadas en medio de una sociedad que las destruye física, sicológica y moralmente.
Las transgéneros de clóset no tiene ningún problema, ellas se visten de mujer en forma esporádica, no saben lo que significa estar vestida de mujer las 24 horas del día y tampoco les interesa ninguna reivindicación social, la mayoría de ellas buscan placer en la clandestinidad, en el mundo de la prostitución masculina o usurpando las parejas de las transgéneros adolescentes, en otras palabras “pescando a río revuelto”.
La mayoría de varones se vuelven como bestias ante la cercanía de una transgénero, a sus agresiones físicas y verbales se suman propuestas sexuales repugnantes.
Muchas lesbianas viven fascinadas, conquistando a las mujeres transgéneros, su táctica de
enamoramiento es muy caballerosa. Algunas transgéneros ceden ante los galanteos de las lesbianas.
La sociedad ha cambiado drásticamente, es un universo complejo y a veces impredecible, para entender la cosmovisión de los grupos que no se someten al modelo implantado, se debe temer la mente abierta para analizar sin prejuicios cada caso.
Desde pueblitos tropicales llegan a Quito, jóvenes chabacanos y sin cultura urbana, buscando deliberadamente a las transgéneros para que los mantengan, casi todos estos “¡chicos!” terminan casándose con mujeres biológicas. Ante la sociedad, estos varones siempre se exhiben con mujeres deslumbrantes y no se cansan de dar señales de reprobación por transgéneros y homosexuales. Se desconoce la estrategia utilizada por estas personas para ubicar espacialmente en la urbe a las mujeres transgénero.
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En la cultura machista, que sobrevalora lo masculino en detrimento de lo femenino y en la religión judeocristiana que las “excluye de la misericordia divina”, negándoles el derecho a existir y adjudicándoles la maldición de Dios.
El machismo es un problema de salud pública que genera víctimas, pero no solo los varones son machistas, también hay mujeres biológicas machistas, gais machistas, lesbianas machistas y hasta transgéneros machistas.
Muchos individuos castigan a las mujeres transgéneros porque las consideran enemigas públicas, estos seres grises no admiten que el verdadero enemigo está dentro de ellos, y con un aspecto intimidante viven esparciendo odio, en contra de los grupos GLBTI.
Muchos jóvenes formados en el interior de familias disfuncionales, no reciben de sus progenitores ni el afecto ni las normas disciplinarias básica, para adquirir una personalidad saludable, en este caos se vuelcan a las calles para integrarse a grupos delictuosos que se especializan en atracar a niños, adolescente, discapacitados, personas de la tercera edad y mujeres transgéneros.
Informante 11
En la falta de educación sexual de la población, una persona sin educación sexual es de alto riesgo. La gente común mira a las transgéneros como hombres vestidos de mujer, pervertidos, excéntricos y corruptores de la sociedad. Esta visión errada, aniquila todas las normas constitucionales favorables a la identidad de género y orientación sexual.
La censura es un ejercicio de invisibilización característico de las sociedades fuertemente represivas. Algunas personas fracasadas, por su proyecto de vida miserable, buscan responsables para justificar su ruina emocional, otras personas aparentemente vigorosas sufren en silencio por culpa de sus propias debilidades, muchos individuos lunáticos buscan compulsivamente “chivos expiatorios” para descargar su rabia infernal, por lo general, todos los sujetos que castigan perversamente a las mujeres transgénero, poseen personalidades defectuosas.
Informante 12
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