El señor Guido Cisneros Sierra narró que entre los años 2011 y 2012, se ejecutó el proyecto de atención médica: “Estudio de prevalencia de infecciones de transmisión sexual (ITS) y virus de inmuno deficiencia humana (VIH) en la población transgénero que vive en la ciudad de Quito”.
En este proyecto un grupo de médicos motivados con el eslogan: “trabajamos para construir un futuro mejor para la comunidad trans”, asumieron la responsabilidad de proteger la salud de este conglomerado. La estrategia utilizada en esta diligencia, fue la oferta de atención médica gratuita “puerta a puerta” y su absoluta confidencialidad.
En la promoción de este servicio se utilizó material gráfico, obsequios y estímulos monetarios, para conseguir la participación del colectivo transgénero. Este trabajo tuvo una duración de un año y logró el abordaje de 207 mujeres transgéneros en la ciudad de Quito.
El estudio fue diseñado y dirigido por el doctor Jerry Jacobson, médico de la Organización Panamericana de la Salud y técnico en elaborar protocolos de investigación para poblaciones transgéneros. Tomando como referencia a parámetros internacionales, Jacobson estimó que en la ciudad de Quito, deben visibilizarse aproximadamente 300 mujeres transgéneros.
El señor Francisco Guayasamín, tiene el dominio de la revista virtual “País Canela”, este medio de información tiene como finalidad educar a la población en materia de diversidad sexual, sus lectores a través del internet han establecido un sito de encuentro, disertación, estudio y debate. La página web recibe más de 10,000 visitas diarias de personas que buscan ilustración y contactos, en este sitio del ciberespacio se ha formado un grupo de 800 personas que se definen como mujeres transgénero de clóset (ocultas).
En el año 1997, el señor José Urriola Pérez fue presidente de la Asociación Transgénero “Coccinelle” y posteriormente presidente de la Fundación Ecuatoriana de Minorías Sexuales (FEMIS), es uno de los pioneros y militantes más activos del movimiento GLBTI en Ecuador. Durante el proceso de despenalización de la homosexualidad en nuestro país y por recomendación del señor Alexis Ponce, Presidente de la Comisión Ecuatoriana de Derechos Humanos, el señor José Urriola utilizó el nombre de “Alberto Cabral”, para proteger su vida de grupos de tendencia neonazi que se aprestaban a actuar en su contra y para sortear las acciones del código penal vigente, que en esa época castigaba las relaciones homosexuales con prisión.
El señor José Urriola considera que es muy difícil determinar el número de mujeres transgéneros que viven en Quito, cree que el tema es complejo, pues la identidad de las transgéneros tiene una multiplicidad de variantes.
Las transgéneros más accesibles son las de clase económica baja, a pesar de que tienen que estar movilizándose continuamente de un domicilio a otro, porque no están seguras en ningún sitio. Para José Urriola Pérez al manejarse por cifras se corre el riego de caer en contradicciones y con ello tachar la seriedad del trabajo, por esta razón opina que una investigación al colectivo transgénero no debe realizar proyecciones ni inferencias estadísticas, sino análisis antropológico, histórico, socioeconómico, sociocultural, etc.
El señor José Urriola Pérez (Alberto) relató, que durante la operación política para la despenalización de la homosexualidad en Ecuador, hecho acontecido entre los años 1997 y 1998, en algunos foros estatales o privados se quería forzar a las transgéneros a vestirse de hombres, para permitirles el ingreso a estos auditorios, esta imposición fue rechazada tajantemente, ya que era un intento para borrar a las transgéneros del escenario, a través del enmascaramiento de su caracterización. Esta censura impuesta por la sociedad al colectivo transgénero, vuelve a las personas con esta identidad, incuantificables.
La activista, Carmita Villegas Loor enfatizó en lo difícil que resulta incursionar en el colectivo transgénero. Por esta razón recomienda utilizar como estrategia para recopilar datos, a la técnica denominada “alcance a pares”, en esta acción, mujeres transgénero previamente capacitadas se encargan de levantar la información, este método resulta ser el más efectivo y seguro. Las transgéneros son muy cautelosas y como medida de seguridad personal, jamás entregan datos confidenciales a personas que pretenden auscultar su modo de vida.
El sociólogo Fernando Sancho Ordóñez sostiene que una investigación al colectivo transgénero no debe ser estadística, sino metodológica, ya que es demasiado complicado aproximarse a las personas para recolectar información relativa a su identidad sexual o de género. En estas condiciones, la presencia de algunas variables ocultas no permiten obtener cifras reales y en consecuencia la vaguedad de los subregistros existentes no brinda la oportunidad de hacer estimaciones.
Para Sancho, los datos son importantes para poder establecer un diálogo con ellos y no para reemplazarlos en fórmulas matemáticas. El siguiente paso para encontrar una cifra del universo de las mujeres transgéneros que viven en la ciudad de Quito, consistió en indagar en los barrios de la ciudad en donde su presencia es muy notable. En el sector de la Plaza del Teatro (Centro Histórico de Quito), se ha constituido el Comité Barrial “Camilo Egas”, con el fin de conseguir seguridad integral para este sector. Según narró el abogado Guido Nivicela Matamoros, vicepresidente de dicha Asociación, en un diálogo conciliador realizado entre los residentes del lugar y las trabajadoras sexuales transgénero que laboran en las inmediaciones de la Plaza del Teatro, las sexoservidoras nombraron a 80 mujeres transgénero que realizan trabajo sexual en diferentes sectores de la ciudad de Quito y a 220 mujeres transgénero que realizan otras actividades productivas o que sobreviven en situación de desempleo involuntario.
Al visitar los hoteles, patios, zaguanes y recovecos (sector de la Plaza del Teatro) dentro de los cuales las sexoservidoras ejercen su trabajo, se pudo conocer que algunos de los varones que demandan de este servicio, imperturbablemente se autodefinen como “ciento por ciento heterosexuales”, mientras que otros varones reconocen que no tienen una preferencia sexual definida.
Para la comunidad científica ecuatoriana la condición transgénero ha sido un tabú y hay poca información sobre el tema. En el Ecuador una investigación sobre el transgenerismo es considerada fuera del colectivo GLBTI como: “sospechosa, antipática, encubridora e inescrupulosa”. Por esta situación las personas no se privan de descargas su animadversión sobre los investigadores de este tema.
Tomando como referencia los informes científicos sobre el colectivo transgénero y los resultados del VII CENSO DE POBLACIÓN Y VI DE VIVIENDA, año 2010, mediante cálculos sencillos, se puede presentar una cifra probable de la población de mujeres transgénero que vive en la ciudad de Quito, con plena conciencia de que un sentimiento tan íntimo y personal no puede ser revelado por medio de operaciones aritméticas.
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