sábado, 13 de enero de 2018

"QUE LAS DEJEN VIVIR EN PAZ"





Los salones de belleza manejados por mujeres transgénero ofrecen los mismos servicios que los salones de belleza que son administrados por individuos con otras identidades sexuales. En estos establecimientos se cultiva el oficio de cortar, teñir o rizar cabello, así como brindar servicios tendientes a embellecer el cabello de las personas, exclusivamente con productos cosméticos.

Estos sitios también ofrecen servicios destinados al embellecimiento del cuerpo humano, mediante técnicas y productos cosméticos. Al visitar los locales se puede evidenciar que la mayoría cumplen con las exigencias internacionales de conservación, limpieza y desinfección de equipos, instrumentos e instalaciones. En este espacio laboral se percibe una preeminencia de las mujeres transgéneros sobre las mujeres biológicas, ya que las y los clientes consideran que las transgéneros son las personas que mejor desempeñan esta labor, por sus dones especiales, cortesía y buen gusto.

Algunas mujeres transgénero, gracias a sus lujosas vestimentas, embellecimiento corporal logrado mediante cirugía, esmerada capacitación y astucia empresarial han logrado un desarrollo económico y humano digno de encomio, acceder a estas ciudadanas fue imposible, ya que impugnaron furiosamente esta investigación en sus vidas, aduciendo que “no se sentían transgéneros” sino “mujeres completas”.

El escenario de la presente investigación, en algunos momentos se volvió hostil y peligroso, con el investigador, ya que varias mujeres transgénero, furiosamente exteriorizaron su rabia y resentimiento con las personas que se han dedicado a escarbar su vida, mientras otras mujeres transgénero, serenamente solicitaban, “que las dejen vivir en paz”.

Las mujeres transgénero se muestran indignadas, por los comentarios perniciosos que se forjan en contra de ellas, mientras la versatilidad sexual del resto de la población se mantiene intocable.

Las transgénero que laboran como cocineras o auxiliares de cocina, son las encargadas de producir la oferta gastronómica de los restaurantes en donde trabajan, pero como no son ni chefs ni jefes de cocina no pueden tomar decisiones para innovar y desarrollar la gastronomía local y mundial, su misión es cumplir órdenes superiores con recato y perseverancia. Escondidas entre el calor y el humo dan prestigio a muchos comedores populares, trabajando de 10 a 12 horas diarias todos los días de la semana. Las que han recibido apoyo económico de su familia o de sus amigas, han instalado su propio restaurante, sitio especializado en comida tradicional ecuatoriana. La mayoría de transgéneros que trabajan como cocineras carecen de formación dentro del sistema educativo, para el desempeño cualificado de su ocupación, todas sus habilidades laborales son producto de la experiencia.

Eduardo Ramón

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